la desgracia del pez espada no es su incapacidad para ensartarse su
apéndice en el pecho en hartura de existencia bajo corrientes heladas y mares
en guerra de pescados
la mayor desgracia del pez espada es saberse llamado emperador
emperador cuando con su cola golpea la agonía de maderas saladas de
cubierta bajo un cielo azul como lo fue su techo que no lo pudo proteger y
cuando a la luz del día brillan sus harinosas escamas como dos pequeños sexos
hirvientes y en la boca enferma de boqueo la absoluta certeza de que un cartel
con un pincho se le clavará en su ojo opacado y en él rotuladas en tiza las
palabras emperador
es una desgracia conocer ese futuro mientras en cubierta se borbotea
por sobrevivir aunque se conozca la prolepsis de cubetas de hielo picado sobre
el lomo y rociadas de ácido bórico y todas esas asquerosas gaviotas infecciosas
sobrevolando para capturar el mayor y más jugoso bocado de la desgracia
y es una desgracia pero hay peores desgracias como la del pulpo
descerebrado a golpetazos contra la orilla para que luego no resulte duro en la
cocción
o la desgracia de que tú no me ames
eso sí que es una desgracia marina topográfica insondable de simas
abisales y corrientes del golfo extendidas sobre capas de salmuera
toda una desgracia ahumada y deshilachada en lonjas de mojama
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