CAER CAER CAER
en picado: reventar contra las baldosas como un melón maduro como un vómito de sangre. Salpicar: manchar, pringar los azulejos de un quirófano, un cráneo puede estallar como una fruta.
CAER CAER
espiritualmente: un ángel caído y eterno eterno un ángel que cae y cae en un torbellino.
CAER
ARKÁNGEL
que se hunde en los infiernos con unos auriculares enganchados a sus oídos mientras escucha Just Like Heaven de The Cure…
Aleteos blancos y alas chamuscadas.
ARKÁNGEL encerrado en una jaula capturado como un pájaro mutilan sus alas quemadas. Diminutos grifos se ríen de él, deformes y enanos le arrojan frutas podridas. Los payasos del circo se fabrican sombreros, trajes, mallas, almohadas de plumas con sus plumas con las plumas de sus alas. La trapecista más bella engalana sus bonitas piernas, presas en medias de color carne, con un par de plumas las plumas más grandes y largas adornan sus tobillos y sus libidinosas caderas una diadema recoge su chorro de pelo.
Sí, le cortamos las alas, se le quemaron al capturarlo, además, con ellas huiría de aquí, es un poco cruel, pero como le dolían tanto... de todas maneras, aunque a veces tengan las alas sanas, siempre optamos por cortarlas… en la eternidad de tiempo que llevo como gerente del circo he visto de todo… eso es lo mejor, sí... cortar... además, el negocio es el negocio, ¿o no? De todas formas, casi siempre se les calcinan las alas en las caídas... es por el roce con la atmósfera y todo eso…
Otras jaulas con otros seres: otros desgraciados: un artista del hambre se desespera en su ayuno anónimo de siglos y siglos de abstinencia espiritual el artista del trapecio se pliega sobre su columpio allá en las alturas, tan cerca y tan lejos, a la par, de Dios, un grifo gigante, tonto y torpón, del que se burlan otros más pequeños, gimotea con una sola lágrima que CAE por su mejilla. Y se ríen al verlo, impotente, entre rejas. En otra jaula languidece el hombre-lagarto.
Sí, ya sé que el hombre-lagarto es un bichejo muy típico, manido, está muy visto... ¡y lo que gasta en comida! Voy a pensar en matarlo... el negocio es el negocio, ¿o no?.
Arrastran al ARKÁNGEL a la carpa. Debe ejecutar un repulsivo número circense de perversión sexual. Con una mujer: la mujer-pantera. Con un ser horrible llamado la Bestia. El número comienza, el locutor grita por megafonía:
Safo y Lesbos besaron su boca...
y al ritmo del poema los tres cuerpos se retuercen. Se convierten en montoneras de macerada carne, mutan en informes e inmensas montañas, en enfermas montañas de músculos retorcidos, expulsan sus fluidos: en surtidor. Él, sin sus alas y los muñones purulentos en el lugar de las remeras. Las coberteras cercenadas aún gotean sangre. Los canales desbordados de pus.
Hace su número uno y otro día: tres veces por jornada. Agotado. No puede más, ya no puede más. La Bestia es insaciable. La mujer-pantera murió por extenuación. Ahora, el ARKÁNGEL comparte función, desde hace seis meses, con una Venus acuática y venenosa llamada Safis. Safis de Styx terminará igual que la mujer-pantera: destrozada.
Nuevos seres y nuevas jaulas. La Bestia y él aún aguantan vivos. El espectáculo debe continuar.
El negocio es el negocio, ¿o no?.
Los atormentados seres se retuercen al compás de los versículos del Cantar de los Cantares que enrabieta, extasía, al publico. Les gritan blasfemias:
Tus dos pechos son dos mellizos de gacela que triscan entre azucenas. Miel virgen destilan tus labios, esposa, miel y leche hay bajo tu lengua; y el perfume de tus vestidos es cómo aroma de incienso.
Y retorcerse: buscar las posturas más humillantes a golpe de látigo.
Una mañana: abandona su jaula a deshora, sorprendido, pues hoy no le toca limpieza... hoy... lo jubilan. Lo matan. Ya está muy visto y avejentado.
El negocio es el negocio, ¿o no?
Lo queman en una pira. Ordalía de fuego que certifica su desgracia. Arde de dolor. Toda la carpa apesta a chamusquina. Enanos, grifos, gibosos, payasos, la trapecista adornada con las plumas del ARKÁNGEL -ya lánguidas y marchitas-, ríen entre los andamiajes. Ríen sí, pero conservan una mueca de mala gana. De una extraña mala sensación. Un mal augurio reconcentrado. Un mal sentido aterrador. Un avinagrado gesto de asco. Algo les dice en su interior que ellos podrían ser los siguientes en arder, en morir, en CAER. Moderan las carcajadas. Hay que ser productivos o si no...
El negocio es el negocio, ¿o no?
La Bestia practica su nuevo número con un sarnoso hombre-camaleón de lengua descomunal. El público es el mismo. Da igual quienes sean los artistas, lo que importa es el número en sí. La jaula del ARKÁNGEL la ocupa ahora la verdadera atracción del circo: el Endriago capturado en las costas de Sicilia. Aumentan los beneficios.
El negocio es el negocio, ¿o no?
El ARKÁNGEL ha consumado su caída.
en picado: reventar contra las baldosas como un melón maduro como un vómito de sangre. Salpicar: manchar, pringar los azulejos de un quirófano, un cráneo puede estallar como una fruta.
CAER CAER
espiritualmente: un ángel caído y eterno eterno un ángel que cae y cae en un torbellino.
CAER
ARKÁNGEL
que se hunde en los infiernos con unos auriculares enganchados a sus oídos mientras escucha Just Like Heaven de The Cure…
Aleteos blancos y alas chamuscadas.
ARKÁNGEL encerrado en una jaula capturado como un pájaro mutilan sus alas quemadas. Diminutos grifos se ríen de él, deformes y enanos le arrojan frutas podridas. Los payasos del circo se fabrican sombreros, trajes, mallas, almohadas de plumas con sus plumas con las plumas de sus alas. La trapecista más bella engalana sus bonitas piernas, presas en medias de color carne, con un par de plumas las plumas más grandes y largas adornan sus tobillos y sus libidinosas caderas una diadema recoge su chorro de pelo.
Sí, le cortamos las alas, se le quemaron al capturarlo, además, con ellas huiría de aquí, es un poco cruel, pero como le dolían tanto... de todas maneras, aunque a veces tengan las alas sanas, siempre optamos por cortarlas… en la eternidad de tiempo que llevo como gerente del circo he visto de todo… eso es lo mejor, sí... cortar... además, el negocio es el negocio, ¿o no? De todas formas, casi siempre se les calcinan las alas en las caídas... es por el roce con la atmósfera y todo eso…
Otras jaulas con otros seres: otros desgraciados: un artista del hambre se desespera en su ayuno anónimo de siglos y siglos de abstinencia espiritual el artista del trapecio se pliega sobre su columpio allá en las alturas, tan cerca y tan lejos, a la par, de Dios, un grifo gigante, tonto y torpón, del que se burlan otros más pequeños, gimotea con una sola lágrima que CAE por su mejilla. Y se ríen al verlo, impotente, entre rejas. En otra jaula languidece el hombre-lagarto.
Sí, ya sé que el hombre-lagarto es un bichejo muy típico, manido, está muy visto... ¡y lo que gasta en comida! Voy a pensar en matarlo... el negocio es el negocio, ¿o no?.
Arrastran al ARKÁNGEL a la carpa. Debe ejecutar un repulsivo número circense de perversión sexual. Con una mujer: la mujer-pantera. Con un ser horrible llamado la Bestia. El número comienza, el locutor grita por megafonía:
Safo y Lesbos besaron su boca...
y al ritmo del poema los tres cuerpos se retuercen. Se convierten en montoneras de macerada carne, mutan en informes e inmensas montañas, en enfermas montañas de músculos retorcidos, expulsan sus fluidos: en surtidor. Él, sin sus alas y los muñones purulentos en el lugar de las remeras. Las coberteras cercenadas aún gotean sangre. Los canales desbordados de pus.
Hace su número uno y otro día: tres veces por jornada. Agotado. No puede más, ya no puede más. La Bestia es insaciable. La mujer-pantera murió por extenuación. Ahora, el ARKÁNGEL comparte función, desde hace seis meses, con una Venus acuática y venenosa llamada Safis. Safis de Styx terminará igual que la mujer-pantera: destrozada.
Nuevos seres y nuevas jaulas. La Bestia y él aún aguantan vivos. El espectáculo debe continuar.
El negocio es el negocio, ¿o no?.
Los atormentados seres se retuercen al compás de los versículos del Cantar de los Cantares que enrabieta, extasía, al publico. Les gritan blasfemias:
Tus dos pechos son dos mellizos de gacela que triscan entre azucenas. Miel virgen destilan tus labios, esposa, miel y leche hay bajo tu lengua; y el perfume de tus vestidos es cómo aroma de incienso.
Y retorcerse: buscar las posturas más humillantes a golpe de látigo.
Una mañana: abandona su jaula a deshora, sorprendido, pues hoy no le toca limpieza... hoy... lo jubilan. Lo matan. Ya está muy visto y avejentado.
El negocio es el negocio, ¿o no?
Lo queman en una pira. Ordalía de fuego que certifica su desgracia. Arde de dolor. Toda la carpa apesta a chamusquina. Enanos, grifos, gibosos, payasos, la trapecista adornada con las plumas del ARKÁNGEL -ya lánguidas y marchitas-, ríen entre los andamiajes. Ríen sí, pero conservan una mueca de mala gana. De una extraña mala sensación. Un mal augurio reconcentrado. Un mal sentido aterrador. Un avinagrado gesto de asco. Algo les dice en su interior que ellos podrían ser los siguientes en arder, en morir, en CAER. Moderan las carcajadas. Hay que ser productivos o si no...
El negocio es el negocio, ¿o no?
La Bestia practica su nuevo número con un sarnoso hombre-camaleón de lengua descomunal. El público es el mismo. Da igual quienes sean los artistas, lo que importa es el número en sí. La jaula del ARKÁNGEL la ocupa ahora la verdadera atracción del circo: el Endriago capturado en las costas de Sicilia. Aumentan los beneficios.
El negocio es el negocio, ¿o no?
El ARKÁNGEL ha consumado su caída.
No hay comentarios:
Publicar un comentario