domingo, 25 de abril de 2010
El asco
El asco es más que una palabra: es presentarte ante el espejo y preguntarse como has podido llegar a esto. El asco es como un choque de trenes en las venas, es como una rata patinando en el vómito, es como llenar las tripas de vino caliente y seguir sintiendo el mismo frío inconsolable.
El asco es tener que recordar, recordar y maldecir y estar condenado a ello. El asco es irse a dormir solo y levantarse acompañado de terrores, el asco es escribir hasta las tantas de la madrugada como un imbécil sobre el odio y el asco y no saber lo que son ni el odio ni el asco ni la sombra que proyecto ni la imagen que reflejo.
El asco es que todos os vayáis a dormir y yo continúe tan despierto y tan solo.
El asco es decir: ahora hablaré de mi. Y hablar del odio.
El asco es sentir nauseas matinales al imaginar una vida mejor, el asco es aspirar a una vida mejor, a una vida que no haya que arrojar, inevitablemente, al fondo del fregadero pringado de grasa.
El asco es el recuerdo de un número de teléfono y de una dirección, de un desengaño -de otro desengaño-, de una muerte -de otra muerte- y descubrir que eso forma parte de mi, parte de mi vida, parte de mi propio asco.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Una entrada muy gráfica y descriptiva. Luego dirás que no es oscuro y deprimente...
ResponderEliminar