*Esta reseña apareció en el sitio Mi Nueva Edad:
https://www.minuevaedad.com/actualidad/2018/1/17/el-disco-del-me/
Interprete:
Christopher Hogwood y The Academy of Ancient Music
Título: Johann Sebastian Bach: Brandenburg Concertos
Discográfica: L´Oiseau-Lyre/Decca
Género: Clásica
Duración: 1h; 25m; 07 s.
Número canciones: 18 (2 CD)
Fecha de publicación: 1985.
Un
Bach interestelar
En
Mi Nueva Edad hemos decidido empezar
el año 2018 recomendando música clásica, con el más que sobresaliente Concierto
de Año Nuevo dirigido por Riccardo Muti todavía
en la retina y en los oídos. Por eso, como nos gustan este tipo de tradiciones,
hoy traemos un clásico entre los clásicos: Los
Conciertos de Brandemburgo de Johann
Sebastian Bach.
Desde
luego, casi cualquier grabación de estos conciertos nos puede valer para
aproximarnos a esta magna obra. Pero la que hoy proponemos posee algunas
peculiaridades que la hacen especial. En primer lugar, su director, Christopher Hogwood, un excepcional
clavicembalista, y fundador en 1973 de la Academy of Ancient Music. Se trata
de una orquesta especializada en música barroca interpretada con instrumentos
de época o, si eso no es posible, con copias exactas, y de la que Hogwood se
acompaña en este disco. Esto confiere a la grabación un espíritu muy especial.
Los
seis Conciertos de Brandemburgo son una de las obras más importantes y famosas
de Bach. Fueron presentados y dedicados, en 1721, al margrave de Brandemburgo, Christian Ludwig —de la casa Hohenzollern—. El músico había tomado
sus riegos en las composiciones, mezclando el concerto grosso con la concepción del concierto solista en unas
piezas de gran originalidad que incluían un uso muy destacado de la trompa y la
trompeta.
Los
seis conciertos se dividen en tres movimientos cada uno: el primer movimiento
de cada pieza siempre es un Allegro, y son estos Allegros, quizás, las composiciones más
notables de cada concierto. De entre ellas, destaca el Allegro del concierto número cinco. Después, los segundos
movimientos son una mezcla entre Adagios y Andantes, de gran
sensibilidad. Como cierre a cada concierto, los terceros movimientos vuelven a
retomar el Allegro o el Presto,
salvo en el caso del primer concierto que presenta dos minuetos extraordinarios, con una polca final.
El
conjunto general es el de una obra alegre y optimista, vibrante, amena y muy
significativa, tanto que el Allegro
del segundo de los conciertos fue elegido para abrir las grabaciones del llamado
Disco de Oro que portaban las dos
sondas espaciales Voyager, lanzadas
en 1977, bajo el lema Sonidos de la
Tierra, y cuyo comité de selección lo presidió el astrónomo Carl Sagan. De hecho, Bach aporta tres
composiciones a este disco cuyo objeto es ser localizado, y comprendido, por
civilizaciones extraterrestres. Tras 40 años de viaje, la Voyager 1 ha
alcanzado el espacio interestelar, estando ya muy cerca de abandonar nuestro
Sistema Solar.
Sin
embargo, tras su composición y ofrecimiento al margrave de Brandemburgo —que al
parecer nunca interpretó estos conciertos en su corte al carecer del número de
músicos necesarios para su correcta ejecución, o lo suficientemente preparados
para las exigencias técnicas de la partitura—, las piezas no fueron recuperadas
hasta 1849, cuando un bibliotecario los encontró en los archivos de Brandemburgo.
Bach no cobró jamás retribución alguna por estas composiciones.
Son
estos seis conciertos un luminoso ejemplo de los estados de ánimo que puede
llegar a provocarnos la música clásica. Bach es un regalo para el alma, y sus
piezas de Brandemburgo, ya sean descubiertas ahora por quienes quieran iniciarse,
o atendidas por expertos en el asunto, o en un futuro por extraterrestres, no
dejan a nadie indiferente: son una experiencia de escucha total que alcanza más
allá de los sentidos, y se proyectan, incluso, sobre esos planetas que las
aguardan en el abismo del espacio interestelar.
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