miércoles, 22 de junio de 2011
Las siete P
Y entonces, apareciste por la televisión. Ahí estabas. Lo último que necesitaba ver. La última de quien necesitaba saber. Eres como una de las siete P que un ángel dibujó, a punta de espada, en la frente de Dante, cuando se preparaba para iniciar su viaje por el Purgatorio.
Antes, ya llevé una de esas P en la frente. Mi mancha palíndroma tardó años en borrarse, incluso hay momentos en los que aún creo que no se ha borrado. Primero, era recordarla todas las horas, todos los días, después la P se fue desdibujando, hasta desaparecer. Ahora, difícilmente recuerdo al palíndromo una, o dos veces al mes, incluso pueden pasar tiradas de diez o vente días sin que lo haga.
Pero tú, tú apareciste en la televisión.
Me gustaría que fuera como en una de esas películas americanas, las de atracos y violencia, en donde una banda de encapuchados asalta una licorería o la tienda de un chino y te sorprende dentro: Hey tío que cojones estas mirando y todo eso... la boca de la escopeta que apunta al pecho, a mi pecho y zas, listo, se acabó.
Al menos saldría en la televisión, después. Como tú.
Y mientras tanto, me voy volviendo más y más loco.
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