
Mientras llego a casa derrotado y bajo la persiana de mi cuarto para poder oscurecer mi inquietud y mi asco, tú: a miles de kilómetros de distancia, levantas la persiana para que la ciudad alumbre tu renovada vida; allí ha nevado y, mientras, a saltitos, deambulas por las calles resbaladizas y mi respiración disminuye a medida que me voy intoxicando de sueño.
malditas teorías. (pero me gustó mucho el texto). saludos.
ResponderEliminar