-Tras una lectura profunda y detenido
análisis, creo que su personaje literario, el
maestro Don Cepeda, se comporta así debido a una infancia conflictiva, a
que fue víctima (y lo es todavía, de hecho) de un hogar desestructurado y a un
oculto deseo homosexual y a un frustrado deseo de masturbación.
-¡Válgame el cielo! ¡Psicocrítico sois!
- Bueno, yo… Yo… es que…
-¡Pero hombre de Dios! ¡Alma de cántaro! ¡Es
un personaje! ¡Un personaje literario! ¡De ficción! ¡Merluzo! ¡No ha tenido
infancia, ni familia, ni masturbaciones! ¡Sólo ha tenido los diez minutos que me
dediqué a pensarlo en mi cerebro! ¡Lelo! ¡Asqueroso, que es usted un asqueroso!
¡Sandio, más que sandio!