os tragasteis todo el mar
porque teníais sed
de horizontes
y abrazasteis la noche
porque necesitabais sentir en la cara
nuestro sol de europa
-ese sol desesperanzado-
y os tragasteis todo el mar
y con el agua en los pulmones
y la sal en las pupilas
y las algas encadenadas a vuestros tobillos
ni siquiera el mar os quiso
y os arrojó de vuelta a las playas
y os depositó ahítos de arenas
sobre nuestros felpudos
esos que saludan con un
bienvenidos
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